A veces podemos pensar que supervisar significa que no somos buenos o que estamos fallando como terapeutas.
Si escuchamos a estos pensamientos podemos dejar de lado la supervisión. Y eso, por consecuencia, nos puede llevar a sentirnos frustrados y solitarios.
La verdad es que la supervisión no se trata de saber si “lo estoy haciendo bien o mal”, se trata de pensar junto a otro profesional (o grupo de profesionales) si lo que has estado haciendo esta funcionando o no para alcanzar los objetivos terapéuticos.
Sirve para trabajar los obstáculos y aclarar dudas.
Se trata de tener otra perspectiva y ver si estas dejando algo importante afuera.