“¡Te quedas sin salir este fin de semana!”
“¡Sin celular hasta nuevo aviso!”
“No tienes más permisos esta semana”
Es totalmente normal castigar a un adolescente por algo que hizo mal. Es parte de nuestra cultura prestar más atención a los malos comportamientos y tratar de eliminarlos por medio de los castigos.
Pero aunque sea una estrategia común, no significa que necesariamente funcione para educar.
La verdad es que constantemente castigar a los adolescentes por lo que hacen “mal” solamente enseña a que oculten mejor su “mal comportamiento”.
¿Te doy un ejemplo?
El padre llega a casa y sorprende a su hijo en el computador en lugar de estudiar, y en consecuencia, le quita el permiso para salir el fin de semana.
El adolescente no aprende que es importante estudiar, o que podría usar su tiempo con algo más “productivo”.
¿Qué aprende el adolescente? A estar más atento al horario de llegada de su padre para que no lo “pille” usando el computador nuevamente en un horario “indebido”.
Castigar tiene muchas limitaciones y no enseña nada útil.