psicologa de adolescentes

Cuando la incomodidad de los hijos es también difícil para los padres (¿y cómo no?).

Esta semana tuve el agrado de trabajar con una mamá para que pueda apoyar a su hijo adolescente en su proceso de terapia. 

Empezamos la sesión con ella explicandome las dificultades que tiene su hijo. Me dijo en leve tono de preocupación: “él no hace nada distinto… nuevo… todos los días sigue la misma rutina de siempre, sale muy poco con sus amigos, no hace nada aparte de ir al colegio. Esa es su rutina: se despierta, va al colegio y vuelve a la casa.” 

Le pregunté: 

-“y que te preocupa de todo eso?”

Me dijo: 

-“Que sea así muy cuadrado como yo, no quiero que pase por las mismas dificultades que yo”. 

“Y qué quieres para él?”, le pregunté. 

Ella me contestó: “que salga de su zona de confort, que haga cosas distintas, que intente, pruebe. Pero que no se sienta incómodo en el proceso”. 

Me quedé unos segundos en silencio, ella también. 

Y, entendiendo que ella solo quiere lo mejor para el, seguí:

“Será eso posible?”  le pregunté amablemente, “¿qué no se sienta incómodo al salir de su zona de confort?” 

Ella se quedó en silencio, yo también.

Luego seguí:

“Habrá alguien que no se haya sentido incómodo saliendo de su zona de confort?”. 

Ella se quedó pensando…


Le pedí permiso para hacer una pregunta difícil, 

Ella me lo concedió. 

“Qué sientes tú cuando lo ves a él incómodo?”

Ella suspiró: “Me duele”. 

Yo la comprendí. 

Ella cayó en cuenta sin que le tuviera que decir nada más: “por eso no lo he dejado nunca salir de su zona de confort, porque me duele”. 

Yo suspiré. 

Y después le dije: “eso es comprensible, no tengo dudas que todo lo que has hecho ha sido con la mejor de las intenciones”. 

Volvimos al silencio, y ella luego me dijo:

“Tienes razón, él se va a sentir incómodo saliendo de su zona de confort…”

Y concluyó:

“y yo también… de la mía”. 

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